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2 agosto 2013 5 02 /08 /agosto /2013 17:38

ARTÍCULO REEDITADO EN MI NUEVA WEB. VISITA www.elprincipifederatiu.cat

HAY UNA VERSIÓN EN CASTELLANO ACCESIBLE CON UN ENLACE AL FINAL DE CADA ARTÍCULO

 

 

A todos nos hace gracia cuando lo vemos en una película de estas de enredos e infidelidades: "No es lo que parece" dice la pareja infiel cuando el otro lo coge desnudo o desnuda en la cama con otra persona. Nos hace gracia porque es grotescamente increíble que no sea exactamente lo que parece, porque la evidencia es tan elocuente que cualquier otra explicación de la situación es inverosímil.


Los escándalos de corrupción son constantes y crecientes, algunos caraduras incluso declaran con falsa dignidad que "todos los partidos políticos se han financiado irregularmente ya desde finales de los años setenta", recibiendo dinero a cambio de adjudicaciones de contratos públicos, beneficiándose de la condonación de deudas contraídas con las cajas de ahorro que ellos mismos controlaban, adjudicándose subvenciones directa e indirectamente o, más groseramente, contratando empresas y entidades de cartón piedra a cambio de servicios inexistentes y desviando el dinero del correspondiente pago de las facturas.

 

¡Qué inocentes! ¿No lo sabían? ¡Santa inocencia!
¡Eh! ¡Pero no es lo que parece! (nos dicen): En general los políticos son honrados, los gobiernos se preocupan y trabajan por el bien colectivo con abnegación y desinterés, los partidos funcionan en general con las contribuciones legítimas y desinteresadas de afiliados y simpatizantes... Si los cogemos con las manos manchadas de corrupción se trata de un error, de una anomalía, todo es culpa de sinvergüenzas nada representativos o peor aún, una fabulación de enemigos sin entrañas o de jueces con un deseo enfermizo de salir en la prensa.


Pero no nos lo creemos. Lo cierto, y así se va demostrando, es que todos los grandes partidos políticos han aprovechado sistemáticamente las responsabilidades de gobierno a nivel estatal, autonómico o local para financiarse e incluso lucrarse particularmente, subastando los presupuestos públicos o la capacidad para cambiar el precio de las cosas con instrumentos normativos o con la intervención del mercado.


No es un accidente, el sistema está diseñado exactamente así para favorecer que esto ocurra. Se dedican sistemáticamente a hacer inaplicables todas las normativas de control que ellos mismos promulgan para lavarse la cara ante la opinión pública, ahogan, presionan y sustituyen a jueces, fiscales, inspectores administrativos y fiscales, interventores y secretarios para esquivar las consecuencias indeseadas de sus actos. Silencian las voces disidentes apartándolas del acceso a los medios o las hacen empequeñecer por ensordecedores sermones de los opinadores y los expertos a sueldo, nos chantajean haciéndonos creer que si los atacamos a ellos atacamos la Democracia "y esto es muy peligroso".


Afortunadamente el suyo no es el único sistema democrático posible. Es no sólo imaginable sino también deseable un sistema democrático donde la separación de poderes sea plena y efectiva, donde los políticos se dediquen únicamente a definir las preferencias colectivas de los ciudadanos con respecto a la acción de los poderes públicos, donde los administradores públicos sean personas independientes y dedicadas exclusivamente a asegurar el funcionamiento de las administraciones públicas, de forma eficiente y con plena orientación hacia hacer efectivas las preferencias colectivas interpretadas por los políticos, un sistema donde los jueces y fiscales puedan también dedicarse sin trabas a garantizar la correcta aplicación de las leyes para parte de ciudadanos, administradores o políticos.


Las elecciones no deben ser un concurso de popularidad para elegir los administradores de la cosa pública, es necesario que sean la oportunidad para expresar a qué nos queremos comprometer todos juntos para mejorar las condiciones de vida de todos.


La mayor virtud de los administradores debe ser la entrega al servicio público y la mayor capacidad y calidad profesional para ejercer su trabajo. El nepotismo, el clientelismo, el desvío de intereses se han de erradicar y la libre designación de administradores por parte de los representantes políticos no hacen más que fomentar todo eso.


La mayor virtud de los políticos debe ser la sintonía con las demandas de sus representados y la capacidad de expresar todas ellas en la definición de políticas públicas. Estas demandas, esas preferencias no son una moneda de cambio para conseguir el control directo de las adjudicaciones a cargo de los presupuestos públicos.


Lo que es crítico no es encontrar políticos virtuosos. Lo que es crítico es conseguir un sistema político virtuoso.

 

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